El mundo del automovilismo siempre recordará aquel 23 de noviembre de 1998 cuando el coche de Carlos Sainz y Luis Moya se paró a 500 metros de la meta. Un día negro para el deporte español y una fecha que Carlos y Luis nunca olvidarán.
Iban a proclamarse campeones del Mundial de rallyes por tercera vez pero el motor dijo basta. Una biela de un costado del motor dejó de funcionar. A Sainz y Moyá les valía con ser 4º para lograr su tercer título mundial.
Las palabras de Luis Moyá a Carlos Sainz aquel
fatídico 23 de noviembre de 1998 en el Rally de Gran Bretaña han pasado
a la historia como uno de los momentos más trágicos en la trayectoria
de los dos deportistas.
Todo iba sobre ruedas. Eran terceros a falta de pocos metros para culminar una temporada redonda pero el Toyota Celica
no les respetó. La angustia era palpable. Sólo un milagro podría hacer
campeones a los españoles pero ni siquiera los gritos de Moya podrían vaticinar un día para olvidar. "Fue el peor día de mi vida",
recuerda Luis Moya a Teinteresa, que desde que se bajó del coche sabía
que no había marcha atrás. "Carlos me dijo poco después del parón que él
sabía que el motor estaba roto", recuerda un Moya que se toma con
naturalidad las bromas que de aquel incidente todavía recuerdan.
"Forma
parte del deporte, unos días ganas y otros por desgracia pierdes pero
la forma en que perdimos no se la deseo a nadie", espeta el mejor socio
de Carlos Sainz en un coche de rally. Los gritos de rabia y de dolor no
solo fueron los de Carlos y Luis. A unos cuantos kilómetros esperaban
con nerviosismo tanto el manager de Carlos, Juanjo Lacalle como la mujer del piloto, Reyes el
desenlace final. "No sabíamos que pasaba. Escuchábamos por el walki
pero a duras penas podriamos pensar que el coche se había parado",
recuerda con desolación Lacalle. El desconcierto también se palpaba en
el box del equipo Toyota. "Ellos tampoco sabían lo que pasaba hasta que
Carlos les comunicó que la biela falló y todo se fue al garete", asevera
Lacalle que ese día suspuso un cambio en la vida de Carlos pero también
asegura que forma parte del deporte.
Una de las personas que vivió también la dramática escena fue el periodista Jose Antonio Ponseti de
Canal +. "Fue una sensación extraña y muy poco común", recuerda
Ponseti. El narrador de aquel episodio tiene una estrecha relación con
ambos pilotos y sólo tiene palabras de tristeza.
"Cuando nos
quisimos dar cuenta, teníamos muchísimo trabajo por hacer. Teníamos
muchas imágenes y una historia que jamás había pasado en el mundo del
automovilismo, fue algo muy triste y nos dio mucha pena", señala
Ponseti.
En el historial de Carlos y Luis hay
'más días negros'. En 1989, el español se quedó por primera vez a las
puertas de saborear la victoria final. A falta de dos tramos para
adjudicarse su primer título en el mundial de rallys, Sainz rompió la
transmisión y sufrió su primer abandono.
En el rally 'maldito' de
Gran Bretaña, en 1991, la junta de la culata de su Toyota Celica se
rompió y no pudo revalidar el título que había conseguido el año
anterior.
"La cagamos, Luis", eso es lo que le
dijo Sainz a su copiloto en el mismo escenario en 1994 tras salirse de
la carretera en la última etapa. Tres años más tarde, en Nueva Zelanda,
una oveja se cruzó por delante de su coche y tuvo que abandonar. Otra
más.
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