Se les llama así porque la mezcla de alcohol y drogas que muchos jóvenes consumen a precios muy bajos (un euro vale una cubeta de whisky) les convierte en unos días en casi despojos humanos, que deambulan por el pueblo y que muchas veces encuentran la muerte.
En Vang Vieng no hay reglas. El turista que llega a esta localidad queda deslumbrado por la naturaleza, la selva y sus cuevas que permiten aislarse por completo del día a día cotidiano. Pero tiene sus peligros. Y muchos de los jóvenes que llegan aquí atraídos por la fiesta loca y la fama del lugar, se ven sorprendidos por el mismo.
Tras la caída del régimen, a principios de los noventa, el consumo de estupefacientes se ha convertido en algo normal en la zona. Está tan generalizado el consumo que en las cartas de los bares se puede elegir entre setas alucinógenas, marihuana u opio.
Más vigilancia con las drogas a partir de ahora
La venta de bebida alcohólica también provoca las situaciones dantescas, cual película de zombis. Al final de la mañana, incrédulos policías recogen a cientos de personas en estado de embriaguez tiradas, inconscientes, en mitad de las calles. Pese a que el menú de drogas se pueda obtener en los bares, los policías 'anti zombis' tienen la consigna de multar hasta con 500 euros a los que compren droga.Otro riesgo, pero menor es la famosa tirolina que se ha creado alrededor del río Nam Song.
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